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No se trata, éste, de un artículo que pretenda agotar el tema, lejos de eso, es más bien un informe parcial de ciertas reacciones que se observan en los medios libaneses y en parte de la opinión pública de Beirut.

El Líbano es un país cuya violencia política es bien conocida. Aun cuando dicha violencia no sea una particularidad específicamente libanesa, el hecho de que ésta tome un tinte confesional, movilice ciertas referencias religiosas para justificarse, tiene cierto eco en esa sociedad. Las tensiones dentro del país están lejos de haberse terminado con fin de la guerra civil, Da’ech está presente en la ciudad de Arsal fronteriza con Siria, el ejército está confrontado con grupos salafistas yihadistas en Trípoli. Como en el resto del mundo, pero quizá de manera más pronunciada en el Líbano que mantiene aún tantos lazos con Francia, la prensa y una parte de la opinión pública se han encargado de tomar posición frente a los trágicos acontecimientos ocurridos en las oficinas de Charlie Hebdo.

En L’Orient-Le Jour, el gran diario francófono y francófilo, cercano al ámbito político pro-occidental, los editorialistas consideran que Francia ha vivido su 11 de septiembre y que el mundo occidental entra de lleno en » la era de las religiones «, lo que explicaría la utilización del concepto de «mártir» por el secretario de Estado americano John Kerry («soy Charlie», al parecer de Fifi Abou Dib, L’Orient-Le Jour, 8 de enero de 2015). Otros van más lejos, casi justificando un tal «sentimiento de una parte de los 66 millones (menos cinco…)» de franceses, que sería cercano al de Eric Zemmour o Michel Houellebecq («De rostro inhumano, la barbarie», El Punto de Christian Melville, L’Orient-Le Jour, 8 de enero de 2015). El sentimiento que predomina es el miedo a la convulsión de una sociedad francesa que comenzaría a comprender que se está “libanizando”, es decir que iría hacia una guerra civil, comunitaria y confesional (“(In) Sumisión”, Ziyad Makhoul, L’Orient-Le Jour, 9 de enero de 2015). Esta visión pesimista es compartida por D., periodista iraquí que trabaja en Beirut, que considera que lo que se presencia aquí es un acontecimiento que formaría parte de una “tercera guerra mundial que está por venir e incluso ya en curso, de la cual la gente debe tomar conciencia».

The Daily Star, diario en lengua inglesa que se dirige más particularmente a los libaneses expatriados, estima que tal ataque era esperado con la vuelta de jóvenes europeos que combatieron en Siria en grupos yihadistas, y luego del ataque al Museo judío de Bruselas. El editorialista subraya que se trata de actos criminales sin fundamento religioso. Finalmente, anima a las cabezas políticas en todas partes del mundo a tomar medidas sobre la necesidad de trabajar en conjunto frente a este tipo de amenazas junto a los servicios de seguridad de Medio Oriente que tienen un conocimiento íntimo del fenómeno («No act of faith», The Daily Star, 08 de enero de 2015).

Por su parte, el diario de izquierda y cercano a las posturas que plantea el Hezbollah Al-Akhbar, publica en su sitio internet anglófono una columna del periodista Yazan Al-Saadi que brinda una lectura política de lo que representaba Charlie Hebdo para ciertas corrientes de opinión. Considera que, si Charlie Hebdo se burlaba de todas las religiones, no lo hacía siempre con la misma intensidad. A la calificación de «héroe de la libertad de expresión», opone la idea de un semanario que atacaba la identidad y las creencias de minorías -ya simbólica, política y socialmente marginadas-  desviando la sátira, con el supuesto fin de atacar únicamente a los poderosos. El autor hace, así, un llamado a no descartar el cuestionamiento a las dinámicas políticas que están detrás de la defensa a la libertad de expresión, para poder realmente formar una lectura realmente global. Si bien reconoce que los musulmanes, en tanto que individuos, tienen mucho por hacer para combatir el fundamentalismo, considera que la responsabilidad de la formación de un entorno que propicia la emergencia de fanáticos tendría que buscarse, también, del lado del Estado francés. Responsable, éste, de un sistema que dificulta la integración de ciertas comunidades llevando a cabo una política exterior que destruye otras sociedades mientras que sigue sin reconocer sus responsabilidades históricas que continúan aún hoy teniendo efectos. Sin disculpar ni justificar los actos terroristas, Al-Akhbar insiste en la importancia de reflexionar sobre el contexto que produce la violencia política («On Charlie Semanario, Freedom of Speech, Terrorism, and the Value of a Lives», Yazan al-Saadi, Al Akhbar, el 8 de enero de 2015).

El domingo, 11 de enero, entre 100 y 200 personas se reunieron en Beirut, en la simbólica plaza Samir Kassir (periodista berutiense asesinado en 2005). Los carteles de apoyo a la libertad de expresión y a Charlie Hebdo así como de repudio al extremismo, abundan. Las fuerzas de seguridad son numerosas, como los responsables políticos. Se ven participantes visiblemente conmocionados, indignados, convencidos. «Es terrible lo que sucedió, es necesario que los países europeos se den cuenta del peligro que representan estos jóvenes, que son de aquí” testimonia una periodista libanesa recién llegada de París, antes de precisar «que no representan en nada al Islam». Varias personas se muestran contra un cartel que le asimila el Hezbolá con el Da’ech. «Es una amalgama detestable» exclama una dama, mientras que una joven mujer considera «que se trata de una ‘apropiación’ política y de una simplificación errónea». La manifestación se celebra en la calma y, en medio de los «soy Charlie», los nombres de periodistas libaneses asesinados como Gebran Tuéni o Samir Kassir vienen a testimoniar el pavor que tiene la sociedad francesa ante la sociedad libanesa que debe, por su parte, confrontar los mismos ‘monstruos’.

Redactado por T. Bricheux – Traducido por Carolina M.