La izquierda latinoamericana y el “nacional–tercermundismo” por Renée Fregosi

Este es un artículo escrito por Renée Fregosi (Maître de Conférences, Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine, Université Paris 3 Sorbonne-Nouvelle) en 2007 para la Revista Interdisciplinaria del Departamento de Gestión y Políticas Públicas de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile.

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RESUMEN
En los años recientes se ha producido en América Latina el llamado “vuelco a la izquierda” de sus gobiernos democráticamente electos. La autora distingue el periodo de las revoluciones nacionales (entre los años 20 y 60), los tres decenios de las dictaduras militares (entre los años 60 y 80), el periodo de las “transiciones a la democracia” (fines de los 70 a los 90) y finalmente el periodo post-transición. Esta última etapa ha dado lugar a dos tiempos: el de la aplicación del “Consenso de Washington” y el del cuestionamiento de éste bajo diferentes modalidades que son objeto de un detallado análisis.

La Izquierda latinoamericana 

En América latina, la teoría del efecto dominó hace parte del imaginario geopolítico de los años 60, pero igualmente encuentra un fundamento en el sentimiento ampliamente compartido por los latinoamericanos de pertenecer a una misma historia y a un mismo destino común, sobre el cual opera la utopía bolivariana. En efecto, a lo largo de toda la historia de estos Estados independientes se hacen evidentes ciertas formas de sincronización vertical de coyunturas en la medida en que estos países conocieron evoluciones similares en un corto periodo. Pero no se puede denominar estas evoluciones como fenómenos de “contagio”, como no se puede hablar de “interdependencia”: es preferible utilizar la noción de “convergencia” para hacer referencia a la coincidencia de estos procesos.

Así, podemos dividir el siglo XX en grandes épocas (que se solapan entre ellas en la medida donde no hay una superposición perfecta entre las diferentes situaciones nacionales): el periodo de las revoluciones nacionales que existió, según el país, desde fines de la década de los 20 hasta fines de los años 60; los tres decenios terribles de las dictaduras militares entre los años 60 y 80; el periodo exaltante de las “transiciones a la democracia” de fines de la década de los 70 a los 90; y finalmente el periodo post-transición, donde nos interrogamos sobre la “consolidación democrática”, la “buena gobernanza” y los efectos de la mundialización. Esta última etapa, caracterizada por la instauración o el retorno de la democracia representativa, se puede dividir esquemáticamente en dos tiempos: el de la aplicación del “Consenso de Washington”, y el del cuestionamiento de éste bajo diferentes modalidades.

Es en este contexto que viene a inscribirse aquello que, a partir de principios de los años 2000, comenzamos a llamar “el viraje a la izquierda de América latina”. Con la ayuda de los medios de comunicación, ésta expresión adquiere rápidamente cierta evidencia. Sin embargo, hasta hace poco tiempo el pensamiento dominante afirmaba que si bien la diferenciación derecha/izquierda existía en alguna parte, éste era inoperante en América latina. Entonces ¿por qué éste cambio de tendencia? Lo cierto es que una cascada de victorias electorales de candidatos opositores a la estricta observancia de políticas de ajuste estructurales se produjo a inicios de los años 2000, sumado al hecho de que los mandatos presidenciales han sido frecuentemente de cuatro años, lo que implica que los procesos electorales en los países de la región acontecen en épocas muy similares. Sin embargo, para analizar este efecto de ola como revelador de un desplazamiento hacia la izquierda, habría que poder definir antes que nada qué es la izquierda latinoamericana, dado que la categorización no es obvia.

En efecto, en la historia de América latina, la izquierda política de tipo europea clásica del siglo XX (radical, socialista y comunista, así como trotskistas y maoístas) no dominó en el cuestionamiento del sistema capitalista del continente. Se observa igualmente, por una parte, que un importante número de líderes utiliza en la actualidad, como en el pasado, la retórica del pueblo contra las elites, lo que atrae a aquellos sectores de la izquierda política que se autodefinen como revolucionarios, o que pertenecen al mundo de la izquierda. Por otra parte, el populismo, caracterizado por un líder carismático, que polariza la opinión nacional pretendiendo cambiar radicalmente las cosas a través de la refundación de la nación, constituye sin duda el componente de base de la política de los países latinoamericanos después de sus independencias. Para decirlo de otra forma: en América latina, la izquierda se encuentra en varios sectores políticos o se mezcla con ellos.

Además, es necesario señalar, por una parte, que la división derecha/izquierda en América latina es perceptible en el transcurso de las diferentes épocas a través de diversas expresiones, algunas veces similares a formas europeas de esta diferenciación, incluso idénticas a veces, pero frecuentemente diferentes y/o no concomitantes en las dos regiones del mundo. Por otra parte, en todo tiempo y en todo lugar el populismo coquetea con la izquierda debido a que la noción de pueblo es polisémica y a que la cuestión nacional atraviesa también a la izquierda. Finalmente, existe un hecho que no caracteriza solamente al populismo (a menos que se considere a toda justa política como populista): la competencia política tiende a la polarización de las opiniones, a lo que se agrega la mediatización creciente de la política que favorece la simplificación de los discursos.

Por último, recordemos que los tres elementos constitutivos de la izquierda desde su primera expresión política completa, constituida por la Revolución francesa, son el liberalismo, el voluntarismo y el nacionalismo, combinados de múltiples formas posibles. Muchos tipos de izquierda pueden coexistir al mismo tiempo, y se suceden en la historia, y cada una sintetiza a su manera los tres elementos de base: algunas veces privilegian el voluntarismo y/o el nacionalismo (con un giro hacia el autoritarismo), o intentan encontrar un equilibrio entre ellos. Así, la izquierda política latinoamericana presenta en la actualidad una imagen más compleja que la de la izquierda europea, ya que está compuesta de un conjunto de elementos naturales muy diversos. A las familias radical, socialista y comunista, relativamente reducidas y desigualmente repartidas según el país, y más marginalmente aún a las organizaciones anarquistas y trotskistas, se agrega todo un conjunto de partidos “nacionales” (incluso provinciales o regionales: ejemplo de ello son Argentina o Brasil) específicos, característicos de cada historia nacional.

Durante los años 70, la izquierda bajo su forma democrática solo pudo actuar en Venezuela, Costa Rica y Panamá, mientras en Cuba siguió en su versión autoritaria marxista-leninista. La izquierda reemerge en la escena a partir de 1979, con la caída de Somoza en Nicaragua y la instalación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el poder en Managua. El movimiento es seguido en el sur del continente en 1983 con la victoria de Raúl Alfonsín en Argentina, líder de la izquierda del viejo partido radical Unión Cívica Radical (UCR). Sin embargo, la región sigue atravesando por una época de dictaduras, y los intentos de impulsar el crecimiento económico de Alfonsín fracasan dramáticamente, lo que compromete por mucho tiempo la articulación de una verdadera alternativa por parte de la izquierda. Es a partir de la salida de Pinochet y la victoria de la Concertación de Partidos por la Democracia en Chile que la izquierda política accede al poder.

De norte a sur dentro de la región la izquierda política en toda su complejidad, e incluso sus ambigüedades, se identificó con el fin de las dictaduras. Las experiencias de retorno a la democracia en los años 80-90 implicaron que los partidos de izquierda latinoamericana consideraran la democracia política como la condición sine qua non de toda política progresista. A pesar de que aún persisten nostalgias revolucionarias en algunas partes o sectores de la región, el aggiornamento social-demócrata ha dominado ampliamente, y hasta los antiguos movimientos de lucha armada se han convertido al combate político pacifico y a la economía de mercado, lo que se puede observar desde el FSLN nicaragüense, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) salvadoreño, hasta pequeños grupos que pertenecen a la guerrilla colombiana.

Una nueva diferenciación en el seno de la izquierda latinoamericana se vislumbra a través de la distinción entre una izquierda que se disuelve o se disloca al probar el poder, y una izquierda que resiste y se adapta. Según este punto de vista, el Frente Sandinista se encontraría en el mismo lado de la UCR argentina. De otro lado, los socialistas chilenos, PS y PPD, representan un nuevo paradigma en la izquierda: la izquierda que gana las elecciones y que ejerce el poder sosteniblemente. Este elemento es tan importante como las otras dos diferenciaciones, revolucionario/reformista y nacionalista/socialista, para analizar la situación actual de la izquierda latinoamericana.

De manera global, la secuencia 1979-1998, que contó con un sinnúmero de presidentes que pertenecen a la izquierda política a lo largo de toda la región, presenta un balance percibido de manera más bien negativa. Poco a poco crece la necesidad de encontrar una vía intermedia que preserve la democracia política, pero que permita los avances sociales indispensables. Respecto a esto, el debate que se desarrolla a mediados de los años 90 al interior de la Internacional Socialista (IS) sobre “otro camino para América latina” es un hecho sintomático . Pero la incapacidad de la izquierda democrática de proponer un proyecto coherente de transformación social dentro del marco de la economía de mercado mundializada, dejó la vía libre a dos contendores tradicionales de la social-democracia: los leninistas y los nacionalistas, que podrían representar una fuerza temible, como ya lo demostraron en el pasado.

Es dentro de éste movimiento de pérdida de la hege-monía del socialismo democrático conquistada al término de las dictaduras, que se inscribe la difusión de un viraje a la izquierda: después del fracaso de los reformistas, llegaría el momento del “verdadero cambio”, de una nueva forma de “revolución”. Ahora bien, frente a las lecturas maniqueas, la complejidad de la realidad política dentro de su dimensión histórica, conceptual y social carece de expresiones políticas adecuadas.

En el transcurso de la historia los tres componentes de base (liberalismo, voluntarismo y nacionalismo) se conjugan de formas múltiples, cruzadas y fluctuantes, pero lo que está en juego es encontrar los términos de una nueva alianza entre el liberalismo político y la cuestión social. El famoso viraje de América latina a la izquierda se conforma como un fenómeno compuesto y dinámico donde intervienen e interactúan al mismo tiempo un cuestionamiento de las fuerzas progresistas democráticas, una reformulación de los proyectos nacionales-revolucionarios y una nueva versión de la alianza inestable entre comunistas y nacionalistas, basada en las instrumentalizaciones cruzadas a través del concepto clave de imperialismo.

Refundar la Nación

Al observar de cerca los discursos de Hugo Chávez así como los de Evo Morales y Rafael Correa, o incluso las exhortaciones de Fernando Lugo Méndez en Paraguay, por ejemplo, corresponden más a la idea de refundación nacional que a la lucha de clases. Efectivamente, la revolución social es concebida como la rebelión del pueblo contra la oligarquía, la revancha de los de abajo contra los de arriba. La lucha contra el establishment y el “oficialismo” constituye el objetivo central del proyecto político. Pero el anticapitalismo preconizado por estos discursos tiene un tono más cristiano  (que valoriza a los pobres y estigmatiza a los ricos) que marxista (que propone la propiedad colectiva de los medios de producción), aún en medio de la renacionalización de los hidrocarburos o de las telecomunicaciones como pieza maestra de los programas de los líderes en las campañas electorales y en las políticas de los nuevos gobiernos. Sea como sea, admitamos que la noción de dominación pesa más que la de explotación.

En cuanto al recurrente tema del anti-imperialismo, que a veces está focalizado exclusivamente hacia la dominación yankee, y otras extendido al conjunto de países del norte que a través de la mundialización intentan imponer a las naciones del sur sus “modelos importados”, funciona también como un movilizador de energías más identitarias que socialistas. El liberalismo es más bien presentado como un sistema que intenta controlar a las masas latinoamericanas (y africanas) que como la modalidad actual de un imperialismo definido como “el estadio supremo del capitalismo”. Y la insistencia en convocar asambleas constituyentes, para institucionalizar la ruptura que las victorias electorales deberían instaurar, refuerza el tono refundador de las diferentes revoluciones nacionales emprendidas en Venezuela, Bolivia y en Ecuador.

Los tres presidentes, el venezolano, el boliviano y el ecuatoriano, como los candidatos Ollanta Humala y Fernando Lugo Méndez entre otros, pero también el presidente argentino Néstor Kirchner, han afirmado explícitamente su voluntad de refundar sus respectivas naciones. Todos juegan con o apelan a una cierta nostalgia de la matriz estado-céntrica nacional, cuestionada golpe tras golpe entre los años 70-80 y de forma sistemática en los años 90 según los preceptos del “Consenso de Washington”. Las protecciones estatales establecidas según los países entre los años 30 y 60, quebraron bajo los gobiernos inicialmente progresistas (Carlos Andrés Pérez en Venezuela, Alan García en Perú, Jaime Paz Zamora en Bolivia, Rodrigo Borja en Ecuador y Fernando de la Rúa en Argentina) y/o fueron destruidas por las dictaduras sangrientas y depredadoras (en el conjunto de los países del cono sur en los años 70-80), luego fueron acabadas o considerablemente debilitadas por los presidentes democráticamente elegidos como Carlos Menem en Argentina, Fernando Collor de Mello en Brasil, Abdala Bucaram y Lucio Gutiérrez en Ecuador, Juan Carlos Wasmosy y Luis González Machi en Paraguay.

Originalmente, los Estados redistribuidores reformistas se habían instaurado a través de lo que se conoce como regímenes populistas históricos latinoamericanos, que en efecto predicaron la revolución social y nacional con resultados frecuentemente positivos en materia de integración política y social. Las grandes figuras son: Getulio Vargas y Domingo Perón. Los dos venían de la derecha militar pero, cada uno a su manera, permitió la participación en la vida política nacional a masas hasta ese momento excluidas (en particular las mujeres, ya que el derecho a voto fue acordado en 1934 en Brasil y en 1951 en Argentina); incluso el mismo Vargas abrió la vía a un gobierno democrático progresista bajo la dirección de Joao Goulart, quien fue derrocado por un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en 1964, como se producirá igualmente en Guatemala con el sucesor democrático de Juan José Arévalo, Jacobo Arbenz, legalmente elegido en 1951 y luego expulsado por un golpe de Estado en 1954. Así, el mismo Víctor Paz Estensoro en Bolivia, a la cabeza de la Revolución Nacional de 1952 o Rómulo Betancourt en Venezuela en los años 40-50, y también Omar Torrijos en Panamá en los años 70, combinaron ideologías nacionalistas con la instauración de políticas sociales de ruptura con el conservadurismo autoritario tradicional de América latina.

Muchos de los movimientos políticos fundados por estos líderes, a los cuales por supuesto hay que agregar Haya de la Torre, que tuvo una gran influencia a través de toda América latina y fundo el partido APRA que accedió al poder en el Perú en 1980, y Jorge Batlle, verdadero fundador del sistema democrático uruguayo quien aseguró la hegemonía a su Partido Colorado durante la mitad del siglo XX, tuvieron inevitablemente repercusiones sobre los partidos de la izquierda latinoamericana. Ciertas experiencias provocaron desórdenes dentro de los partidos de izquierda, como en Argentina por ejemplo, donde el PS y la UCR conocieron escisiones pro-peronistas, y donde el peronismo redujo sostenidamente el espacio político de la izquierda y su electorado potencial.

Si los movimientos de independencia de los países latinoamericanos a principios del siglo XIX fueron frecuentemente conducidos por las elites criollas liberales, las republicas que se instalaron van a conservar hasta el siglo siguiente un carácter oligárquico muy excluyente. A partir de los años 1920, los lideres populistas van entonces a movilizar a las masas excluidas, entiéndase la clase obrera europea emigrante en los países del cono sur, a los Indios del altiplano andino, pasando por todas las poblaciones mestizas, las “cabecitas negras” del interior de Argentina o afro-amerindios de las costas del Pacifico y del Caribe. Se trata entonces del refuerzo del poder estatal, por medios más o menos autoritarios, de intentar integrar a la nación al conjunto de las poblaciones marginadas tanto desde el punto de vista económico y social, como desde el de la ciudadanía. Pero después de progresos desiguales, casi todos estos estados populistas se hundieron o como mínimo tuvieron corta duración, atacados brutalmente por los golpes de Estado militares, y minados por su propio autoritarismo, o se deslizaron en las derivas corruptas y excluyentes de su entorno.

Las esperanzas decepcionadas de las décadas 80-90

Muchas de las herencias de las revoluciones nacionales, progresistas en el pasado, fueron llamadas, por algunos, “nuevas oligarquías vendidas a los intereses extranjeros” en el curso de los años 80-90. Todos los países latinoamericanos presentan a la vez una fuerte expansión demográfica y un crecimiento espectacular de las desigualdades. A los ojos de las nuevas masas pobres descuidadas y despreciadas en sus países respectivos, los antiguos partidos nacionales-populares aparecen como instituciones tradicionales e instrumentos en manos de los poderosos.

Quizás el caso más notorio es la caída, en 1993, de Carlos Andrés Pérez en Venezuela quien, después de haber encarnado la renovación de la izquierda dentro del partido de Rómulo Betancourt en los años 70, reprime las protestas contra el hambre (el Caracazo en 1989) y sufre la vergüenza del impeachment por corrupción. La descomposición combinada de los dos partidos AD y COPEI que monopolizaron el poder en el país desde el retorno de la democracia en 1958, abrirá el camino a Hugo Chávez, quien lidera un vasto movimiento de protesta expresado primero a través de un intento de golpe de Estado en 1992 y luego en las urnas a partir de 1998.

En Perú, el mandato de Alan García, líder carismático el APRA entre 1985 y 1990, culmina con la proliferación de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso y la elección del outsider autoritario Alberto Fujimori. El retorno de Alan García a la presidencia en 2006 se produjo con el apoyo de la derecha peruana contra el nacionalista Ollanta Humala, militar en retiro anticipado, quien logró ser el candidato con más votos en la primera vuelta de las elecciones.

En Ecuador, la presidencia de Rodrigo Borja entre 1988 y 1992, sin ser catastrófica, esbozó una lenta desestabilización política del país que ve al Partido de la izquierda Democrática perder regularmente su territorio.

En Bolivia, Jaime Paz Zamora, fundador del MIR en 1971, accedió a la presidencia en 1989 y se mantuvo hasta 1993 con el apoyo del ex dictador Hugo Banzer (a quien Paz Zamora apoyó a su vez en 1997). Esta alianza acabó por desprestigiar a la izquierda democrática en el país, que vivió una inestabilidad gubernamental prolongada hasta la victoria de Evo Morales en el año 2005.

En Argentina, el presidente radical Raúl Alfonsín, que  dirigió la salida de la dictadura, elaboró el informe “Nunca Más” e hizo condenar a las juntas criminales del régimen militar, vivió las rebeliones militares y las protestas contra el hambre y por eso tuvo que abandonar prematuramente sus funciones. Luego, después de la lenta recomposición de una alternativa progresista, el gobierno de centro izquierda elegido en 1999 se degradó rápidamente al punto de verse obligado a renunciar bajo la presión de la calle en diciembre de 2001, dejando al país desorientado en las manos de diferentes fracciones peronistas. Es sobre esta base descompuesta, una UCR reducida a algunos bastiones provinciales y un FREPASO destruido, que Néstor Kirchner se impondrá como una nueva figura salvadora de la nación después de haber ganado las elecciones en 2003.

Los partidos liberales de Colombia y de Costa Rica, por su parte, ya sea en el poder o en la oposición, ven su posición cuestionada dentro de la izquierda: en Costa Rica en febrero de 2006, Oscar Arias gana las elecciones contra el Partido de Acción Cívica (PAC) creado por Otton Solís, un disidente de su propio partido, el PLN. En las elecciones de mayo 2006, el Partido Liberal colombiano fue superado por el Polo Democrático Alternativo (el PDA) de Antonio Navarro Wolf (salido del M19, pequeño movimiento de la guerrilla que regresó a la política civil e integró la IS en 1992) y Carlos Gaviria de la Unión Patriótica (resultado de una facción de las FARC que retorno a la vida civil y del PC colombiano).

Para concluir el cuadro, Daniel Ortega del Frente Sandinista de Liberación de Nicaragua (que renunció a su carácter revolucionario), retornó al poder en enero de 2007, después de 16 años de oposición, en un país exsangüe, gracias al apoyo de la Iglesia (concediéndole la supresión del aborto) y de ex-paramilitares de la Contra!

En México, el PRI, oficialmente reconvertido a las virtudes democráticas, se ve fuertemente debilitado y el PRD, su contendor de izquierda, es sacudido y dividido, mientras que su líder, Andrés Manuel López Obrador, persiste después de una derrota electoral cuestionada en una línea arriesgada que desespera a los que habían visto en él una alternativa a la derecha.

¿Una o dos izquierdas?

Al fin de cuentas, solo resisten dignamente en la izquierda democrática el hijo de Omar Torrijos en Panamá, electo por el PRD en mayo del 2004, el PT con la reelección de Lula en octubre del 2006, el Frente Amplio de Tabaré Vásquez electo en octubre del 2004 y la Concertación chilena que, con la victoria de la candidata socialista Michelle Bachelet comienza el décimo séptimo año en el poder en 2006. Paralelamente, la llegada de Chávez al poder por la vía electoral en 1998 va a inaugurar un nuevo tipo de gobiernos contestatarios al orden establecido. Evo Morales en Bolivia en el 2005 y Rafael Correa en el Ecuador integran este nuevo club (sin embargo, es necesario anotar las reticencias de parte de éstos a seguir en todo al venezolano, que se presenta como su hermano mayor).

El último reducto del socialismo democrático en el poder se encuentra entonces confrontado a las críticas en cuanto a su supuesta traición a la izquierda y su sumisión al liberalismo mundial. Pero el joven Martín Torrijos es el heredero del carácter anti-yankee de su padre (quien negoció la retrocesión del Canal), Lula el antiguo sindicalista pobre del Nordeste, Tabaré Vásquez el líder de una izquierda pluralista que nunca estuvo en el poder desde el origen de la república, Michelle Bachelet, una mujer, militante socialista. Todos se revindican como parte de la izquierda y evitan videnciar la división que se ahonda ente ellos y los lideres de la “otra izquierda”, que se proclama enfáticamente como “radical”. Pero todos juntos son partidarios de la construcción de una nueva imagen de la izquierda en América latina.

El trío Chávez-Morales-Correa sin duda no es suficiente para constituir un viraje a la izquierda, o una ola avasalladora. Lo que produce este efecto -¿óptico?- es finalmente un movimiento compuesto de la renovación del personal político latinoamericano en su conjunto. Paradójicamente, la llegada al poder de lideres de la derecha contribuye a este sentimiento de cambio: la alternancia en México en el 2000 es incuestionable, aunque se haga a través del PAN; la estabilización del ejecutivo colombiano por Uribe, aunque autoritario, rompe con el bipartidismo tradicional; y el presidente paraguayo Duarte Frutos aparece comenzando su mandato como una figura de la renovación del Partido Colorado.

Por otra parte, también es necesario señalar que los nuevos populismos de los años 90 y 2000 son “democratomorfos”, según la expresión de Pierre André Taguieff. Cualquiera que haya sido su camino político propio, los lideres nacionalistas-populares de la nueva generación en América Latina, como sus homólogos europeos de los años 80-90 (en el Este como en el Oeste) integran la democracia electoral en su estrategia política, aunque algunos, por otra parte, reivindican una democracia más verdadera, más cercana a la gente, o más “participativa”. Ciertamente, la inscripción de esa izquierda radical en un contexto democrático no significa la aceptación de las reglas de la democracia representativa sobre la cual ha sido fundado el nuevo consenso de las transiciones a la democracia. Sin embargo, esa izquierda participa a su manera en el movimiento general de carácter afirmativo del valor democrático.

Si bien se sienten las tensiones cada vez más vivas entre los progresistas moderados y los promotores de una ruptura radical, se continúa considerando a “la” izquierda en su conjunto, de Michelle Bachelet hasta Hugo Chávez, pasando por Lula, entre otros. Ya que la demanda de cambio y de progreso social y bienestar está cada vez más presente, la democracia no está directamente puesta en duda en el seno de las poblaciones latinoamericanas, aunque las encuestas del Latinobarómetro muestran un debilitamiento neto de la confianza en la forma democrática de gobernar a fines de la década de los 90. Como bien lo ejemplifica esta contradicción aparente de dos slogan lanzados simultáneamente en la crisis del 2001 en Argentina: “¡Que se vayan todos!” y “¡Elecciones ya!”, los latinoamericanos en su gran mayoría no están dispuestos a abandonar su derecho a designar por el voto libre a sus dirigentes. Así, las movilizaciones espontáneas de gran amplitud que vimos en Paraguay en los años 1996 y 1999 para hacer retroceder los golpistas de Lino Oviedo son las manifestaciones innegables del compromiso con la democracia electoral. Sin embargo, el sentimiento de desconfianza respecto del personal político existente y la exasperación creciente debida a una pauperización evidente de las capas populares y de las clases medias, abren las puertas a los discursos demagógicos que exaltan a las bases contra la dirigencia y que contienen un carácter manifiestamente autoritario.

Llegados al poder por las urnas, los líderes que pretenden refundar la nación contra las elites que han excluido al pueblo de la comunidad nacional ponen en práctica políticas voluntaristas, incluso autoritarias: nacionalizaciones, programas sociales asistenciales, nuevas Constituciones, manifestaciones simbólicas, movilizaciones, ataques contra la prensa, diplomacia provocadora. Aunque las elecciones sean mantenidas, incluso multiplicadas, por otra parte toman una forma plebiscitaria, mientras los derechos de las minorías son cada vez menos respetados en nombre de la mayoría del pueblo. A pesar de las baladronadas, los sistemas de corrupción, lejos de ser combatidos, prosperan, y los fundamentos del capitalismo financiero internacional no son cuestionados. A las mentiras de la “gobernanza democrática” se sustituyen aquellas de la “democracia popular” remasterizada en democracia participativa iluminada por el gran líder.

Por lo demás, las características esenciales de estas nuevas revoluciones nacionales quizás residen en la fuerte tonalidad internacionalista de naturaleza claramente tercermundista. Y es paradójicamente sobre este punto que el clivage entre las dos izquierdas se dibuja realmente. Es en la esfera nacional, incluso si los estilos son diferentes, que se lucha eficazmente contra la pobreza, en el Chile de Lagos y Bachelet, en el Brasil de Lula, en el Uruguay de Vásquez, así como en la Argentina de Duhalde y Kirchner y en la Venezuela de Chávez, a través de los programas sociales orientados y financiados por el Estado. Por el contrario, ni de parte de la social-democracia ni de los radicales nacionalistas, se perfilan verdaderas transformaciones estructurales, frente a profundas desigualdades en cuanto a los salarios y a las posibilidades de movilidad social. Por otra parte, si todos están conscientes de la necesidad imperiosa de poner en marcha una integración regional audaz, cuestiones nacionales y de poder obstaculizan estos procesos.

La pérdida de velocidad de la socialdemocracia al nivel conceptual, se duplica entonces con la pérdida de su dominación en la escena internacional. Mientras en los años 90 la Internacional Socialista era la única organización internacional de izquierda susceptible de federar las fuerzas progresistas más allá de las divergencias y constituía el único polo de referencia de la izquierda (para acercarse o alejarse), los años 2000 vuelven a poner al día las solidaridades tercermundistas olvidadas en las basuras de la historia y el espectro de la difunta Tricontinental se reanima alrededor de la figura fantasmal de Castro bajo el aliento del líder petrolero venezolano. La perdida de hegemonía socialdemócrata es entonces sin duda el verdadero problema del viraje a la izquierda de América latina.

El desafío de la Internacional Socialista

Representada de manera muy minoritaria en América latina durante la primera mitad del siglo XX, la IS se vuelca hacia esta región en el contexto de la guerra fría. Mientras la diferenciación entre anti y pro-cubano divide a la izquierda latinoamericana, situándose sobre la línea de la Alianza para el Progreso, lanzada por Kennedy en 1961, la IS va a reclutar entre los partidos anticomunistas pero progresistas de la región. Así, poco a poco van a adherir al movimiento socialista por una parte los partidos liberales y radicales como el PLN de Costa Rica (1966), el Partido Radical chileno (1967), incorporándose mas tarde el Partido Liberal colombiano (1992) y la UCR argentina (1996). Por otra parte, los partidos-movimientos nacionalpopulares como el APRA (1966), la Acción Democrática de Venezuela (1966) y el PRF paraguayo (1966), serán incorporados y seguidos, a su vez, durante los decenios siguientes por la Izquierda Democrática del Ecuador (1980), el People´s National Party jamaicano, el New Jewel Movement de Granada (1980) el PRD dominicano (1976), el MIR boliviano (1984), el PRD de Panamá (1984), el PDT de Brizola en Brasil (1985), el PRI y el PRD de México (1992) y el PAMPRA y el KONACOM de Haití (1992).

A principios de los años 70, mientras la cuestión colonial en Europa y el respaldo al régimen cubano los había alejado de la IS, los partidos socialistas uruguayo y chileno van a unirse a la organización internacional. Bajo el impulso de los partidos francés, sueco y holandés, que harán presión sobre el SPD Alemán en particular, se organizó una reunión del bureau de la IS en Santiago de Chile en febrero de 1973 dando una clara señal de apoyo a la Unidad Popular y a Salvador Allende. Este nuevo posicionamiento será confirmado en particular por el respaldo a los movimientos de resistencia armada en Nicaragua y El Salvador, lo que provocara nuevas tensiones en el seno del comité latinoamericano de la IS, creado en el congreso de Vancouver de 1978. Finalmente, las experiencias de retorno a la democracia en los años 80-90 van a conducir al conjunto de los partidos de la izquierda latinoamericana a operar un movimiento similar al de los partidos europeos, quienes acercan sus posiciones considerablemente en los años 80.

La IS llegó a los años 2000 con toda una constelación de partidos diferentes a los cuales se unieron los partidos anteriormente comprometidos en la lucha armada, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (1992), el MNR salvadoreño (1978) y el M19 colombiano (1996) así como una escisión del antiguo partido comunista de Venezuela: el MAS. Igualmente, encontraremos nuevos partidos o alianzas de izquierda: el PPD chileno (1992), el Nuevo Espacio uruguayo (1999) y el Partido País Solidario Paraguayo (2003) y los nuevos movimientos socialistas frecuentemente efímeros: el Partido Social-Demócrata Salvadoreño (1996), que después desapareció, o la convergencia Social-Demócrata guatemalteca (2003). Por otra parte, el PT brasileño, ni adentro ni afuera, adquiere el status inédito y exclusivo de “invitado permanente”, y numerosos otros partidos no miembros como el PSDB de Cardoso, el FMLN salvadoreño o la corriente socialista de Cuba participan como invitados en las reuniones estatutarias.

Con la fuerza de sus 36 partidos miembros, la IS manifiesta sin embargo signos inquietantes de debilidad, tanto  en su seno como en su periferia exterior. En primer lugar hay que señalar que muchos de los partidos desacreditados, incluso denigrados por las masas pobres de sus países, son miembros de la organización y que existen fuertes tensiones entre muchos de los partidos hermanos, incluso hasta de oposiciones electorales frontales como en Colombia y Costa Rica. En el momento del debate sobre la tercera vía, divergencias profundas aparecieron. Por otro lado, un carácter “onusiano” de foro no vinculante para sus miembros hace de la IS un lugar de encuentro más que un instrumento de coordinación de políticas. Es cada vez más considerada como una estructura superflua por los grandes partidos europeos, a quienes ya les cuesta administrar al Partido Socialista Europeo. Además, en América latina a principios de los años 2000, dos elementos alimentan las fuerzas centrífugas en la izquierda moderada latinoamericana: el resurgimiento de un sentimiento irredentista latino difuso respecto al “norte” y la renovación de la actividad de la Coordinadora Socialista Latinoamericana (CSL).

Aunque su acción sea muy limitada, la CSL es sintomática de la crisis de la Internacional Socialista y responde a su cuestionamiento de los años 90 a través de una organización alternativa, el Foro de Sao Paulo. Lanzado por el PT, cuya composición incluye elementos de extrema izquierda, el Foro reúne a partidos socialistas y elementos comunistas, entre los cuales figura por supuesto en las primeras filas, el Partido Comunista Cubano. Reuniendo a las “fuerzas emancipadoras del continente, el Foro se apoya sobre los pueblos y sus raíces históricas” e insiste sobre la urgencia de resistir a la ofensiva imperial de las grandes potencias capitalistas del Norte”. El espíritu de esta organización es explicitado por Michael Lowy: “este proyecto toma en cuenta la complicidad de las oligarquías y las asociaciones locales del capital multinacional. Esta ofensiva liberal se manifiesta también en el plano cultural en la degradación de los valores solidarios arraigados en los pueblos del continente, y por la imposición de un modelo individualista y competitivo que enfrenta a unos y otros en una lucha por la sobrevivencia”.

El Foro se va a reunir a lo largo de los años 90, incluso en la Habana en 1993 y en el 2001. Su último encuentro (décimo tercero) tuvo lugar en San Salvador en febrero de 2007. Es a partir de esta resensibilización nacional-tercermundista que Hugo Chávez va a relanzar sobre nuevas bases el proyecto de la Tricontinental creado en 1966 en la Habana por Fidel Castro y el Che Guevara. Dado que la actividad diplomática de Hugo Chávez está lejos de limitarse a América latina, la región tendría que ser pronto la figura de proa de un vasto movimiento “anti-liberal”, moviendo los resortes de la OPEP tanto como de los residuos del comunismo en declive y de la potencia humillada del mundo post-soviético.

Detrás del liberalismo, declarado como el enemigo común de esas fuerzas, se perfila también como enemigo el reformismo social y democrático, emancipador de los individuos, tachado como puro producto del occidente a combatir. El comunismo, el tercermundismo y el nacional-populismo tienen desde siempre en común la definición de capitalismo e imperialismo, de mundialización y dominación del sur por el norte y, por otra parte, consideran la política sobre el modo de la guerra. Esta es la razón por la cual la porosidad ha sido siempre tan grande entre los diferentes grupos surgidos de esas corrientes, siendo el peronismo de izquierda el arquetipo de esta interpenetración. Así como los izquierdistas argentinos consideraban el populismo como el vector de la lucha anti- imperialista, Castro ve en Chávez la tabla de salvación del sistema comunista y, en respuesta, Chávez instrumentaliza la retórica leninista y tercermundista para asentar su régimen y su influencia internacional.

Pero sobre todo, son las masas pobres y las clases medias pauperizadas, muy a menudo desesperadas por los socialdemócratas, quienes son exaltadas por estos “salvadores de los pueblo del sur”. Actualmente, de Argentina a Rusia pasando por África y Asia, y por supuesto Europa donde los frenos del welfare state ceden uno tras otro, para enfrentar el renacimiento polimorfo de aspiraciones revolucionarias, la gran aventura del reformismo humanista debe reanudar su curso. La izquierda democrática en el ámbito internacional debe atreverse a teorizar sobre el reformismo que hoy en día no podrá organizarse sino en un plano supranacional. Este es en realidad el reto principal que se lanza a la socialdemocracia a través del viraje a la izquierda de América Latina.

El ataque a Charlie Hebdo, visto desde Beirut

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No se trata, éste, de un artículo que pretenda agotar el tema, lejos de eso, es más bien un informe parcial de ciertas reacciones que se observan en los medios libaneses y en parte de la opinión pública de Beirut.

El Líbano es un país cuya violencia política es bien conocida. Aun cuando dicha violencia no sea una particularidad específicamente libanesa, el hecho de que ésta tome un tinte confesional, movilice ciertas referencias religiosas para justificarse, tiene cierto eco en esa sociedad. Las tensiones dentro del país están lejos de haberse terminado con fin de la guerra civil, Da’ech está presente en la ciudad de Arsal fronteriza con Siria, el ejército está confrontado con grupos salafistas yihadistas en Trípoli. Como en el resto del mundo, pero quizá de manera más pronunciada en el Líbano que mantiene aún tantos lazos con Francia, la prensa y una parte de la opinión pública se han encargado de tomar posición frente a los trágicos acontecimientos ocurridos en las oficinas de Charlie Hebdo.

En L’Orient-Le Jour, el gran diario francófono y francófilo, cercano al ámbito político pro-occidental, los editorialistas consideran que Francia ha vivido su 11 de septiembre y que el mundo occidental entra de lleno en » la era de las religiones «, lo que explicaría la utilización del concepto de «mártir» por el secretario de Estado americano John Kerry («soy Charlie», al parecer de Fifi Abou Dib, L’Orient-Le Jour, 8 de enero de 2015). Otros van más lejos, casi justificando un tal «sentimiento de una parte de los 66 millones (menos cinco…)» de franceses, que sería cercano al de Eric Zemmour o Michel Houellebecq («De rostro inhumano, la barbarie», El Punto de Christian Melville, L’Orient-Le Jour, 8 de enero de 2015). El sentimiento que predomina es el miedo a la convulsión de una sociedad francesa que comenzaría a comprender que se está “libanizando”, es decir que iría hacia una guerra civil, comunitaria y confesional (“(In) Sumisión”, Ziyad Makhoul, L’Orient-Le Jour, 9 de enero de 2015). Esta visión pesimista es compartida por D., periodista iraquí que trabaja en Beirut, que considera que lo que se presencia aquí es un acontecimiento que formaría parte de una “tercera guerra mundial que está por venir e incluso ya en curso, de la cual la gente debe tomar conciencia».

The Daily Star, diario en lengua inglesa que se dirige más particularmente a los libaneses expatriados, estima que tal ataque era esperado con la vuelta de jóvenes europeos que combatieron en Siria en grupos yihadistas, y luego del ataque al Museo judío de Bruselas. El editorialista subraya que se trata de actos criminales sin fundamento religioso. Finalmente, anima a las cabezas políticas en todas partes del mundo a tomar medidas sobre la necesidad de trabajar en conjunto frente a este tipo de amenazas junto a los servicios de seguridad de Medio Oriente que tienen un conocimiento íntimo del fenómeno («No act of faith», The Daily Star, 08 de enero de 2015).

Por su parte, el diario de izquierda y cercano a las posturas que plantea el Hezbollah Al-Akhbar, publica en su sitio internet anglófono una columna del periodista Yazan Al-Saadi que brinda una lectura política de lo que representaba Charlie Hebdo para ciertas corrientes de opinión. Considera que, si Charlie Hebdo se burlaba de todas las religiones, no lo hacía siempre con la misma intensidad. A la calificación de «héroe de la libertad de expresión», opone la idea de un semanario que atacaba la identidad y las creencias de minorías -ya simbólica, política y socialmente marginadas-  desviando la sátira, con el supuesto fin de atacar únicamente a los poderosos. El autor hace, así, un llamado a no descartar el cuestionamiento a las dinámicas políticas que están detrás de la defensa a la libertad de expresión, para poder realmente formar una lectura realmente global. Si bien reconoce que los musulmanes, en tanto que individuos, tienen mucho por hacer para combatir el fundamentalismo, considera que la responsabilidad de la formación de un entorno que propicia la emergencia de fanáticos tendría que buscarse, también, del lado del Estado francés. Responsable, éste, de un sistema que dificulta la integración de ciertas comunidades llevando a cabo una política exterior que destruye otras sociedades mientras que sigue sin reconocer sus responsabilidades históricas que continúan aún hoy teniendo efectos. Sin disculpar ni justificar los actos terroristas, Al-Akhbar insiste en la importancia de reflexionar sobre el contexto que produce la violencia política («On Charlie Semanario, Freedom of Speech, Terrorism, and the Value of a Lives», Yazan al-Saadi, Al Akhbar, el 8 de enero de 2015).

El domingo, 11 de enero, entre 100 y 200 personas se reunieron en Beirut, en la simbólica plaza Samir Kassir (periodista berutiense asesinado en 2005). Los carteles de apoyo a la libertad de expresión y a Charlie Hebdo así como de repudio al extremismo, abundan. Las fuerzas de seguridad son numerosas, como los responsables políticos. Se ven participantes visiblemente conmocionados, indignados, convencidos. «Es terrible lo que sucedió, es necesario que los países europeos se den cuenta del peligro que representan estos jóvenes, que son de aquí” testimonia una periodista libanesa recién llegada de París, antes de precisar «que no representan en nada al Islam». Varias personas se muestran contra un cartel que le asimila el Hezbolá con el Da’ech. «Es una amalgama detestable» exclama una dama, mientras que una joven mujer considera «que se trata de una ‘apropiación’ política y de una simplificación errónea». La manifestación se celebra en la calma y, en medio de los «soy Charlie», los nombres de periodistas libaneses asesinados como Gebran Tuéni o Samir Kassir vienen a testimoniar el pavor que tiene la sociedad francesa ante la sociedad libanesa que debe, por su parte, confrontar los mismos ‘monstruos’.

Redactado por T. Bricheux – Traducido por Carolina M.

Violencia natural, racionalizada, no superada

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La Fiera – Francisco Urondo

«La fiera está allí, escondida en las otras habitaciones. Por momentos asoma su ocio o deja escuchar rugidos y la casa tiembla y se despedazan algunas porcelanas.

La fiera está allí, entre las notas, le agrada vestirse, utiliza antiguos deseos y rasga a veces los doseles que caen sobre el lecho del futuro enfermo.

Los timbales no le asustan. Todas las noches, pese a los huecos sonidos y a los suaves del río aceitoso, ella viene, se acerca y sólo la detiene el rumor del fuego: extiende las uñas, muestra los dientes, danza, y luego huye arrepentida de tanto mal.

Es entonces temible, pues sola, entre las rocas, teje su melancolía y es demasiado triste su aspecto y nadie lo puede sobrellevar con dignidad.

A veces me asombra cómo es que habiendo recorrido siglos de – mal que mal – común esmero por vivir en sociedad, después de miles de años de historia que muestran que la violencia sólo perpetúa y acrecienta los conflictos sociales, continúe viva la fiera en los seres humanos. Y no es un asombro de tipo indignante sino, muy a pesar mío, todo lo contrario: es algo tan predominante que no puede suprimirse ni con miles de años de «civilización». Esta fiera innata viene en oleadas a abolir el don de la razón con el que hemos sido bendecidos (?) mostrándonos crudamente de qué estamos hechos. Creemos ser una sociedad más cosmopolita, relajada y tolerante que la de otrora; sin embargo a veces pareciéramos estar vestidos con una túnica hecha de hipócritas prejuicios civilizados que enquistan a la fiera que llevamos dentro para dejarla, luego reventar como un pútrido grano cuando otros vienen a lacerar nuestros muy individuales principios morales. Individuales en tanto que en una sociedad pluralista, cosmopolita, «tolerante» y neoliberal, cada quien elige en la medida que puede qué principios seguir.

Notable es también ver cómo diferentes sectores ejercen poder de coacción con los recursos que tengan al alcance dando diferentes impresiones a los ojos del mundo. Algunos se ensucian las manos personalmente y otros tercerizan la bárbara labor, pero de ambos lados del tablero tenemos gente con intención de ejercer poder, gente con intención de que sea su voz la avalada como «correcta». Ocurre que cuando hay recursos para tercerizar la violencia o incluso ejercerla como si de un videojuego se tratase, cuando hay recursos para enarbolar cuales fueran causas con bonitos eslóganes, la violencia parece estar más justificada. Pero no hay una línea que dirima el bien del mal, sino unos de otros métodos y la línea es el grado de consenso. Podemos medirlo con el grado de indignación frente a determinados actos bárbaros y despiadados versus otros igualmente bárbaros y despiadados, pero mejor publicitados, maquillados y delegados.

A los fanáticos del Islam se los suele tratar casi como la comunidad retrasada del mundo, hasta que «el retrasado, con pocas luces, pero desmedida fuerza» golpea, y ahí todos se enojan con aquel que paradójicamente veníamos diciendo que estaba en desigualdad de condiciones. Porque seamos sinceros, no es que Occidente se crea estrictamente superior, sino que simplemente los musulmanes les parecen unos locos iracundos extremistas, lo que, de modo solapado a menudo los pone en desigualdad a la hora de juzgar su capacidad de adaptación, inserción y civilización. Cuando los musulmanes matan gente es, a los ojos del mundo, un símbolo de barbarie absoluta. Mas cuando cualquier país de Occidente asesina a mansalva por intereses económicos disfrazados de algún tipo salvación, ayuda o «bien común», entonces se trata de un suceso cuya relevancia resulta mucho más diluida y relativa a los ojos de la comunidad mundial.

Personalmente, pienso que la tragedia de los periodistas de Charlie Hebdo es tanto responsabilidad de los que cometieron el atentado, como de cada uno de los que sistemáticamente han contribuido a que el odio crezca entre los fanáticos de esa comunidad (bajo ningún punto de vista la libertad de expresión entra en mi blanco de críticas). Entre esos que contribuyen a que el odio crezca, están también –muchas veces– quienes dicen defender el mismo Islam, enarbolando venenosos discursos, tejiendo túnicas con prejuicios reforzados por una supuesta moral o «dignidad» religiosa que las vuelve impermeablemente xenófobas.

A este último respecto, he leído un artículo de Žižek en el que plantea que la fanática violencia religiosa de los musulmanes muestra, en contraste con «los fundamentalistas auténticos, de los budistas tibetanos a los Amish en los EE.UU.», la carencia de una real convicción de superioridad y auto aceptación de sí. Lo cual los llevaría a verse molestos por la tentación que sienten constantemente frente a la vida «pecaminosa» de los no-creyentes occidentales. Si bien admiro enormemente a este gran filósofo y, es cierto, carezco de casi la totalidad del conocimiento que él dispone, no me convence este planteo. Decir esto dejaría sin explicación a la inquisición así como un sólo responsable en la guerra Israel/Palestina. Este planteo, de manera bastante psicológico-progresista, pone a los musulmanes a la altura de un niño que hace un berrinche porque tiene un sentimiento encontrado. Nuevamente los musulmanes están en desigualdad de condiciones, cuando menos psicológicas/emocionales.

Pienso que en Occidente ejercemos la misma violencia sólo que de modo mucho más elaborado (material e idealmente) y asistido por el avance tecnológico. En la era de «nada es personal» de nuestro amado Occidente, no nos ensañamos con un sujeto en particular que simbolice a nuestro «enemigo» (el cual desde luego no lo hemos creado nosotros sino que nos ha buscado sin motivo, qué ironía!). En cambio, nos fundamos en la constitución, en los derechos humanos (de aquellos que pertenecen a nuestro propio lado del mapa), en el derecho al libre comercio o en lo que más nos venga a convenir para lanzar una expedición «neutralizadora» del enemigo. Enemigo que resulta ser una comunidad completa en la que también hay muchísimas personas inocentes, hombres, mujeres, niños y ancianos que no sólo no participan de aquello contra lo que se supone Occidente lucha, sino muchas veces hasta son ellos mismos víctimas de aquellos en nombre de quienes se los asesina.

Quizá sea hora de trabajar la empatía entre todos en pos de crear un mundo concienzudamente más inclusivo y justo, a menos que queramos, claro, sincerarnos y «admitir» que «cada gobierno establece las leyes según lo que le convenga: la democracia leyes democráticas, la tiranía tiránicas, y así sucesivamente. De modo que, cuando las establecen, hacen ver que es justo para los gobernados lo que conviene a ellos, y a quien transgrede esa norma lo castigan como violador de las leyes e injusto.(…) en todas las ciudades es de igual modo justo: lo que conviene al gobierno establecido. Él tiene el poder, de donde se sigue, para quien reflexiona correctamente, que en todas partes es justo lo mismo, a saber, lo que conviene al más fuerte» (Trasímaco en La República – Libro 1 – 339a) -.

Quizás sea hora de depositar un voto de confianza y encontrar el modo para que los musulmanes y demás comunidades diplomáticamente segregadas hasta ahora, puedan participar en igualdad de condiciones de la vida política mundial. De lo contrario seguiremos llorando víctimas que no son responsables de las injusticias que se les adjudican. De lo contrario, la espiral asciende en venganza tras venganza, llegando a desquitarse con quienes no hacen más que divulgar lo que ven con una brutal y políticamente incorrecta sinceridad, la cual no es delito pero sí provocadora. Si no nos horrorizamos por las injusticias y las barbaridades de manera consecuente, seguiremos llorando por delitos de lesa humanidad, por injusticias que giran al-rededor del mundo hasta un día caer sobre nuestras cabezas.

Desde luego, no pienso que se trate de tolerar crímenes por el contexto que los «explica». En cambio, debemos tener cuidado con no estigmatizar a comunidades completas  por el accionar de unos pocos. ¿O acaso decimos que los habitantes de países occidentales sumamente belicistas, sean ellos mismos necesariamente devotos de la guerra? Debemos procurar no caer en un curioso fenómeno que es el hecho de que a pesar de diversificar cada vez más nuestra cultura (occidental sobre todo) sigue presente la patológica necesidad de identificar a las personas con algún color, palabra, símbolo o arquetipo. Y esa costumbre termina implicando que las personas de ciertas sociedades deban esforzarse en demostrar su inocencia porque a priori y a fortiori ya son «culpables».

Carolina M.

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«La filosofía nos enseña a sentir incertidumbre ante las cosas que nos parecen evidentes. La propaganda, en cambio, nos enseña a aceptar como evidentes cosas sobre las cuales sería razonable suspender nuestro juicio o sentir dudas. La finalidad del demagogo es crear la cohesión social bajo su propia jefatura. Pero, como Bertrand Russell ha señalado, «los sistemas dogmáticos sin cimientos empíricos, como el scolasticismo, el marxismo y el fascismo, tienen la ventaja de producir una considerable cohesión social entre sus discípulos». El propagandista demagógico debe, por tanto, ser consecuentemente dogmático. Todas sus declaraciones deben hacerse sin calificación alguna. No hay grises en su cuadro del mundo; todo es diabólicamente negro o celestialmente blanco. Como dijo Hitler, el propagandista debe adoptar «una actitud sistemáticamente unilateral frente a cualquier problema que aborde». Nunca debe admitir que tal vez esté equivocado o que las personas con una opinión distinta tal vez tengan parcialmente razón. No se debe discutir con los adversarios; hay que atacarlos, callarlos a gritos o, si molestan demasiado, liquidarlos. El intelectual, moralmente remilgado, tal vez se escandalice de una cosa así. Pero las masas siempre están convencidas de que «el derecho está de parte del agresor activo».»

Aldous Huxley, Retorno a un mundo feliz. 

LA LIBERACIÓN DE LOS PALESTINOS PASA POR EL CORAZÓN DE LOS JUDÍOS

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Las familias de los adolescentes israelíes y palestinos masacrados se brindan consuelo mutuamente

Las familias de los adolescentes asesinados, el israelí Naftali Fraenkel y el palestino Mohammed Abu Khdeir, encuentran consuelo en un lugar inesperado: la una en la otra.

El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, publicó el domingo (6 de julio) en  Facebook el desenlace de una » conversación telefónica conmovedora y especial entre dos familias que habían perdido a sus hijos». Contó que durante su visita en la casa de la familia Fraenkel, había tenido la posibilidad de hablar con Hussein Abu Khdeir, el padre de Mohammed, y de expresarle el dolor que sentía frente al asesinato «bárbaro» de su hijo.

Barkat sugirió luego que Abu Khdeir habla con Yishai Fraenkel, el tío de Naftali Fraenkel quien recientemente declaró a la prensa que » la vida de un Árabe es tan preciada como la de un Judío. La sangre es la sangre, y un homicidio es un homicidio, ya se trate del de un judío o del de un árabe.» (Ver a http://bit.ly/1oyBqPX) ambos hombres siguieron el consejo de Barkat y se reconfortaron mutuamente.

Durante una visita organizada por el rabino Rafi Ostroff, presidente del consejo religioso de Gush Etzion, palestinos de la región de Hebrón se presentaron frente a la puerta de la familia Fraenkel, con el fin de reconfortar allí a las personas de luto. (Ver en http://bit.ly/ 1m9zoEv)

Cuando se les preguntó por qué habían venido, un palestino respondió: «las cosas van a mejorar sólo cuando aprendamos a hacer frente juntos al dolor y dejemos de encolerizarnos unos contra otros. Nuestra misión es apoyar a esta familia y también dar un paso hacia la liberación de mi país. Creemos que el camino de nuestra liberación pasa por el corazón de los Judíos.»

Contó, luego, que la visita se había desenvuelto muy bien desde su punto de vista. «Nos recibieron muy, muy bien. La madre [Rachel Fraenkel] era increíble.»

«Veo delante de mí a una familia judía que ha perdido a un hijo y que me abre su puerta», añadió. «Esto no es común. Tocó mi corazón y a mi nación.»

Los visitantes palestinos mencionaron igualmente una iniciativa lanzada por Judíos y Musulmanes con el fin de transformar el 15 de julio, el día de ayuno judío conocido como el 17  de Tamuz, en un día de ayuno común para las personas de ambas religiones que desean expresar su deseo de poner fin a la violencia en la región.

El artículo en Ingles se encuentra en: https://bitly.com/1muqq8W . Publicado el último 6 de julio antes del estallido del actual conflicto.

* * *

Con Paz y Amor, todo será diferente…

En Gaza: http://youtu.be/S4gu27QVzOc

En Jerusalén: http://youtu.be/-oszKeU7lEs

En Tel-Aviv: http://youtu.be/KnIAA9UIySM

En Nablus: http://youtu.be/i0-ROs5jRI0

En el Cairo: http://youtu.be/5D5dO5cn1PQ

En Beirut : http://youtu.be/7RqSFiVUhDw

À Amman: http://youtu.be/jZ3AgVjWxDs

À Istanbul: http://youtu.be/a12vAtzbe68

En Iran: http://youtu.be/Y35NKNCsPzs

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En lugar de esto, he aquí lo que los cautivos del miedo y del odio hacen:

http://youtu.be/JaoQ6_rW6fU – http://youtu.be/5p3eRLoYmLk –http://youtu.be/k63bfHMJV5A

Israel lanza un golpe aéreo sobre franja de Gaza cada 4,5 minuto mientras que los cohetes del Hamas llueven sobre Israel…
http://bit.ly/1qXyCk3

Reportaje en los funerales de una familia diezmada por los golpes israelíes
http://bit.ly/1mLI7RC

Los civiles abandonan sus viviendas al norte de franja de Gaza
http://f24.my/1m9HlJE

Nombre de todas las víctimas palestinas hasta el día de hoy (214 hasta el 17 de julio) durante este décimo espasmo de violencia: http://bit.ly/1rROJBt – y hubo un muerto del lado israelí el 15 de julio.

Canadá rechaza las críticas, planteadas por la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos, respecto a la respuesta de Israel frente a los ataques de procedentes de la franja de Gaza

https://bitly.com/U9fW48
Dicho de otro modo, el gobierno de Harper (Primer ministro de Canadá) apoya incondicionalmente a Israel…

* * *

Post Scriptum: MIL GRACIAS a todos por su ayuda en la difusión de esta publicación que ahora ha sido compartida sobre casi 9000 otras páginas Facebook y que ha suscitado más de 32,000 menciones “Me gusta” (incluyendo a las otras páginas en las que ha sido compartida) como se puede comprobar en http://bit.ly/1ndz5i3 y que reúne aproximadamente más de 650,000 personas.

Es de notar, por fin, que una tregua humanitaria de 6 horas pudo llevarse a cabo este 17 de julio, entre el Hamas e Israel, con el fin de darles la oportunidad a los ciudadanos de la franja de Gaza de abastecerse de alimento y a los israelíes de respirar un poco sin tener que inquietarse por recibir un cohete del Hamas en la cabeza – ver http: // bit.ly / 1riUSq8. Esperemos sea éste un signo de que los ánimos comenzarán, por fin, a enfriarse y que el espasmo actual de violencia está a punto de terminar. Una de las soluciones, a largo plazo, de este interminable conflicto se encuentra posiblemente en la liberación de Marwan Barghouti tal como deseado en esta otra publicación posterior a ésta: http://on.fb.me/1qh7JcO

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Para conocer todo lo que las Éditions Ariane (Editorial Canadiense) ofrecen, ver: http://ow.ly/fsKZe

https://www.facebook.com/EditionsAriane

Publicado par L.Salvador
Traducido por Carolina M.

RUANDA, la responsabilidad de la comunidad internacional en el genocidio.

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Foto: http://www.jeuneafrique.com

Lo que pasó en Ruanda hace 20 años es inimaginable. Pero ¿cómo llegamos a tales horrores, a tales atrocidades?

Los etnólogos acuerdan hoy en decir que Hutu y Tutsi no son etnias diferentes. Fueron los colonizadores alemanes, y  luego los belgas, quienes las diferenciaron y clasificaron en función de su físico, sector de actividad, inteligencia y otros criterios artificiales. Así asentaron la base de las diferencias entre Tutsi y Hutu, considerando a los primeros como superiores a los segundos, físicamente e intelectualmente. En la organización colonial, los Tutsi fueron privilegiados. Tenían acceso a los puestos más importantes como ser los de la administración colonial.

Estos colonos sembraron las semillas de uno de los genocidios más sangrientos y más intensos de los tiempos modernos.

1959 es la fecha clave en el conflicto ruandés: Los Tutsi reivindican su independencia. Es entonces que Bélgica revierte su alianza y favorece a una élite Hutu. La monarquía Tutsi se hunde y  los Hutu toman el poder en el seno de una república étnica. A partir de allí, a medida que transcurre el tiempo, observamos matanzas y pogromos que provocan la huida de miles de Tutsi, antes de sucumbir en el caos  del genocidio.

El deber de memoria es un deber moral que incumbe a los Estados. Se trata de recordar, a fin de resistir a la amnesia colectiva, los sufrimientos sufridos por ciertas categorías de la población en el pasado. Pero tanto más importante  es recordar, cuando ciertos Estados tienen una cuota de responsabilidad.

Ahora bien, Francia hasta ahora, jamás reconoció su cuota de responsabilidad en el conflicto ruandés. Sin embargo, la mayoría de los investigadores han encontrado pruebas en lo tocante a una complicidad entre París y el régimen criminal de Habyarimana de aquél entonces.

En cuanto a Francia, como bien lo recuerda el editorial de Mediapart de este lunes, 7 de abril:

«Francia, es decir su presidencia, su gobierno, su Estado y su ejército, fue cómplice del genocidio ruandés. Porque por mucho tiempo sostuvo y armó al poder que lo planificó, porque formó a los civiles y militares que lo ejecutaron, porque se casó con la ideología racista (…) que lo animaba, porque no intervino para impedirlo, porque dejó sin defensa a las poblaciones que le pedían protección, porque incluso facilitó la huida de los genocidas (sic) al Congo vecino«.

Otro punto chocante del genocidio ruandés, es el silencio de la comunidad internacional respecto al tema. Pero sabemos que el silencio es igualmente cómplice y el peor aliado de este tipo de situaciones. Un silencio que el pueblo ruandés no olvidará jamás, porque ningún pueblo se ha salvado de las matanzas a pesar de los numerosos gritos de socorro que han sido lanzados.

¿Por qué un tal “laisser-faire”? Podemos suponer que un indicio de respuesta se encuentra en la Historia. El genocidio ruandés desestabilizó toda la región de los Grandes Lagos, una zona muy rica en recursos minerales. El más rico en este asunto es sin duda alguna el gigantesco vecino de Ruanda, el Congo (RDC). Los sucesos de 1994 iban a mostrar que Ruanda y la República Democrática del Congo iban a tener un destino unido. En efecto, el desbordamiento del genocidio en la RDC ha, de antemano, favorecido el saqueo de los suelos congoleses. En ese contexto, nuevamente, se produjo una matanza  que aún tiene lugar, bajo los ojos indiferentes de la comunidad internacional. A los 800 000 masacrados por el genocidio ruandés, hoy  sumamos cerca de 3 millones más en la República del Congo.

¿Es por temor a perder influencia sobre la región que, más o menos inconscientemente, ciertos países occidentales aceptaron que tuviera lugar semejante tragedia?

En 2000, Bélgica oficialmente pidió perdón al pueblo ruandés y reconoció su parte de responsabilidad en el conflicto.

¿Pedirá Francia algún día perdón a Ruanda, como lo hizo Bélgica?

Eso esperamos.

«Los 100 días que no conmovieron al mundo«. Les propongo ver este documental de 20 minutos realizado en 2012 que no aborda la complicidad de Francia en el conflicto ruandés pero que sigue siendo, a mi juicio, muy interesante.

L. Salvador

Traducido del francés por Carolina M.

Existencialismo Francés, algunas obras.

Tres obras del existencialismo francés que se contestan y contraponen.
Tres autores, tres libros, tres amigos que dejan de serlo dado el contraste de sus ideas, reflexiones y análisis filosófico-políticas.

Sartre, Jean-Paul – El ser y la nada (Pdf)

(1943)

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Merleau-Ponty, Maurice – Humanismo y Terror (Pdf)

(1947)

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Camus, Albert – El hombre rebelde (Pdf)

(1951)

el hombre

Sólo abriendo los ojos podremos ver

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  • Análisis general

El fin de este artículo no es defender a ningún partido político. Se trata, más bien, de mostrar algunos datos que conforman la realidad actual de Venezuela, a fin de evidenciar los fundamentos del descontento venezolano. Queremos hacer un llamado a la reflexión puesto que consideramos que los discursos maniqueos, y sus respectivas medidas institucionales, son síntoma de la no superación de los procesos históricos que han perjudicado a la sociedad en tiempos pasados. Procesos y discursos que siguen perjudicando a la sociedad en su conjunto. Creemos necesario llamar a la construcción política, civil y comprometida de un futuro mejor, igualitario y justo para el pueblo en su conjunto. Y dicha construcción no podrá lograrse en tanto se sostenga alguna manipulación histórica, social, institucional, mediática o económica.

Lo que ocurre hoy en Venezuela no es una puesta en escena de la oposición, ni una manipulación mediática o, acaso, el resultado del accionar del “imperio yankee”. Se trata de la lucha de un enorme sector de la sociedad venezolana que no es homogéneo en cuestiones de afinidad política.  Es más bien un sector unido por el hartazgo frente a las condiciones de vida a las que lo ha llevado 15 años de “Socialismo del Siglo XXI”. Aquellos que hoy protestan en Venezuela son también parte del pueblo, subyugado y oprimido. En este sector encontramos individuos que se sienten identificados con alguno de los líderes políticos opositores que tienen peso en el país; individuos que no tienen afinidad con ningún líder político pero que, como parte de la sociedad, sufren los mismos problemas que todos; y finalmente, individuos que eran o siguen siendo chavistas por lo prometedor del relato pero para quienes al final del día, los hechos pesan más que las palabras.

¿Por qué motivos el pueblo venezolano está descontento? Son múltiples las malas condiciones de vida en las que el aparato de poder chavista ha sumergido al pueblo. Pero éstas son un síntoma esclerosado de un discurso paralelo a la realidad que se ha sostenido a lo largo de 15 años. Un discurso manipulador,  estigmatizante y finalmente opresor. Ha habido numerosas iniciativas para la inserción social, la redistribución y el desarrollo económico así como  la soberanía productiva. Pero por diferentes y reiterados motivos, ese modelo terminó siendo más marketing que producto. Al momento de hacer el balance, es más lo que han cercenado que lo que han liberado.

  • Claves de la movilización actual

Éstas son algunas de las circunstancias actuales que propician la movilización de amplio sector del pueblo venezolano:

-El brutal crecimiento de la inseguridad: En 1999 se habían contabilizado 5.868 homicidios y dicha cifra fue incrementando hasta llegar, en 2013, a un saldo de 24.763 víctimas de la violencia. “Las muertes violentas representan en Venezuela el 12% de la mortalidad general. Esto significa que de cada cien venezolanos y venezolanas que fallecieron en el año 2013, por todas las causas posibles (enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, HIV), 12 de ellos murieron por causas violentas distintas a los accidentes o los suicidios” (Observatorio de Violencia de Venezuela).

-La inflación más alta de Latinoamérica: 56,1% según los informes de enero y febrero 2014.

-Desabastecimiento de insumos básicos en los supermercados: leche (fresca y en polvo), harina de maíz, harina de trigo, azúcar, mantequilla, aceite, café, carne, pollo y otros productos alimenticios. Según el boletín de noviembre del Banco Central de Venezuela, se registró un desabastecimiento superior al 23%.

-Desabastecimiento de insumos médicos: A principios de noviembre de 2013 ya habían aproximadamente 300.000 pacientes en lista de espera para intervención quirúrgica. Faltan insumos básicos, no hay tratamiento de quimioterapia, no hay tratamiento de yodoterapia, no hay glucofágeno,  etc.

-Corrupción en la élite “revolucionaria”: la frustración y el desengaño que sienten muchos frente a la ostentosa corrupción que tiene lugar en la cúpula de poder y se extiende a los llamados “enchufados” es también parte del conjunto de condiciones que llevan al hartazgo general.

Estos son, entendemos, el resultado de un aparato de poder, cuando menos, cínico. Por un lado, tenemos una incongruencia de base que se plantea al momento en que un personaje militar, que había intentado dar un golpe de estado en 1992, se postula a presidente en 1998 con consignas de democracia y progreso.

  • Algunos acuerdos con Cuba

No olvidemos a Chávez diciendo, durante una entrevista en un programa de televisión en 1998, que “Cuba sí es una dictadura”. Curiosamente, el golpista asumió democráticamente y la Cuba “dictatorial” se volvió una “aliada” con afinidad ideológica. El 30 de octubre de 2000 las dos naciones suscriben el Convenio Integral de Cooperación (CIC) por un período de cinco años. Mediante el mismo, Venezuela financia la provisión de crudo a Cuba y el financiamiento inicial incluía el suministro de 53.000 barriles diarios (un porcentaje realmente pequeño de su producción petrolera) a cambio de bienes y servicios de asistencia médica. El convenio se modifica en 2005, aumentándose el suministro de petróleo a 90.000 barriles diarios y posteriormente, en 2010, se extiende el marco de duración del convenio hasta el 2020. Actualmente Venezuela le provee 105.000 barriles diarios pero, en el trueque que hace, el precio del barril es sustancialmente inferior al real. Si Cuba tuviera que pagar por éstos, en el mercado internacional, le significarían unos 3.000 millones de dólares.

En lo que a servicios médicos respecta, es cierto que el chavismo ha llevado adelante una gran iniciativa extendiendo la  atención médica a todos los sectores sociales. Es cierto también que las políticas neo-liberales anteriores no hicieron inversiones de desarrollo  social. Pero el plan de desarrollo sanitario chavista se ha hecho a costas de importar médicos cubanos (CIC) que ocupan altos rangos. Entendemos que esto pudiera ser funcional, en un principio, afín de capacitar y mejorar el sistema de salud que existía al iniciarse el proyecto destinado a ampliar y mejorar la salud pública. Pero hoy ya no hay necesidad de médicos cubanos. Y se les quita la oportunidad a muchos médicos venezolanos de progresar en su patria. Por otro lado, es inadmisible que en medio de políticas de desarrollo sanitario y social, exista el brutal desabastecimiento que hay de insumos médicos tanto en hospitales públicos como en clínicas privadas. Tenemos en claro que sin insumos, ningún médico puede curar a sus pacientes. Pero, siguiendo con la afinidad ideológica, Cuba no sólo envía médicos a Venezuela, también “controlan los servicios de identificación en Venezuela”, como afirma Alfredo Valladão, profesor y responsable de la cátedra Mercosur en el Instituto de Estudios Políticos de Paris. Son varios los hechos que demuestran una injerencia Cubana en Venezuela. Tengamos muy presente que el sistema castrista “mucho más democrático que el de cualquier otro país” ha tenido un saldo aproximado de 30.000 ejecutados y cerca de 2.000.000 de exiliados. Las relaciones tan próximas con dicha nación son, cuando menos, merecedoras de suspicacia popular.

  • La riqueza petrolera al servicio de las nuevas élites

El petróleo, “oro negro” del cual es tan rico Venezuela (importante reserva de petróleo no-convencional), es y ha sido institucionalmente manipulado por el gobierno. Es cierto que Chávez ha liderado el fortalecimiento de la OPEP y reforzado la soberanía de Venezuela sobre su petróleo. Estas nuevas condiciones geopolíticas hubieran podido dar amplia ventaja, a Venezuela, para el crecimiento y desarrollo en diversos sectores industriales y sociales. Si se hubieran hecho bien las cosas, claro. El chavismo también ha destinado un importante porcentaje de lo recaudado por la producción de PDVSA a numerosos proyectos sociales. Lo sorprendente es que el aumento de la renta petrolera no fuera proporcionalmente utilizado en favor de las clases pobres a las cuales el Comandante Chávez decía defender, sino todo lo contrario. Según Francisco Rodríguez (Economista en Jefe de la Oficina de Asesoría Económica y Financiera de la Asamblea  Nacional de Venezuela entre 2000 y 2004), el Fondo Único Social (FUS), creado por Chávez para coordinar la distribución de fondos para programas de combate a la pobreza, incluía una cláusula que garantizaba el beneficio de dicho fondo ante el incremento de ganancias petroleras. Pero en pleno auge del precio del petróleo, en 2001, se ignoró dicha cláusula y se destinó al FUS un 15% menos que el año anterior. Y como lo declara F. Rodríguez, cuando su oficina señaló la inconsistencia, “al Ministro de Finanzas se le ocurrió el creativo truco de contabilidad  de reajustar la ley para que los programas que no coordinara el FUS parecieran, de cualquier manera, estar recibiendo fondos de éste. El efecto consistió en desviar recursos de los pobres, incluso cuando las ganancias del petróleo estaban aumentando de manera vertiginosa.” Desde luego, exigieron la salida inmediata de Rodríguez y disolvieron la Oficina.   (FRANCISCO RODRIGUEZ – Una revolución vacía – Foreign Affairs Latinoamérica – 2008).

El gobierno chavista ha podido, bajo estas condiciones, modificar a su antojo las “reglas de juego”. Así, por ejemplo, ha propiciado acuerdos de exportación al Caribe, Centro y Sur América y privilegiado las relaciones con  los países que tuvieran empresas petroleras estatales, como ser Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador, Cuba o Vietnam. Una excelente iniciativa  en tanto promotora de nuevas y más sólidas fuerzas económicas en el mundo, si se quiere. Asimismo, se han afianzado las relaciones con  China, quien  otorga ampulosos préstamos que deberían ser destinados principalmente a “misiones sociales”, desarrollo económico e inversión industrial. A cambio, Venezuela paga con petróleo. A fines del año pasado, se cancelaron 20.000 millones de los 36.000 millones que la deuda con China. Se vendían “640.000 barriles diarios de petróleo a China, de los cuales 264.000 se destinan al pago de la deuda que mantiene el país sudamericano con el gigante asiático por créditos que Pekín le ha otorgado en los últimos años.” Nuevamente lo que criticamos no son las iniciativas sino la poca transparencia, el nepotismo y la manipulación de poder y de recursos que se inmiscuye en los proyectos, dejando saldos negativos. Infinidad de venezolanos ingenieros y especializados en hidrocarburos se han visto forzados a extraditarse en Colombia, Ecuador, Argentina, México, Canadá, Medio Oriente y otros países. Mientras el Estado “defiende” la igualdad social y “promueve” el “desarrollo” latinoamericano, se reserva el “derecho de admisión” (ideológico) para trabajar y, sobretodo, tener éxito en PDVSA. Ahora bien, lo más cínico de la política de soberanía energética de este modelo es que, sin importar su ideología, los trabajadores igualmente terminan sufriendo los perjuicios de un aparato que no invierte adecuadamente en infraestructura y seguridad. Prueba de esto es la explosión ocurrida el 25 de agosto de 2012 en la refinería Amuay del Complejo Refinador Paraguaná, situada al noroeste del país. Explosión que provocó nada menos que 41 muertes y 151 heridos. Asimismo, «durante el 2011, 222 incidentes fueron reportados, incluyendo alrededor de 100 incendios, muchos de los cuales produciéndose en trincheras de tuberías contaminadas», había señalado el documento titulado Informe de Actualización de Recomendaciones de Mejoramiento de Riesgo.

Pero la “voluntad de poder” siempre necesita apoderarse de más. El aparato chavista ha utilizado satisfactoriamente a PDVSA para satisfacer sus necesidades de control. Tanto es así que PDVSA administra hoy mucho más que la producción de petróleo. A través de ésta, el Estado ha logrado apropiarse de los principales medios de fabricación, distribución e importación de bienes y servicios en el país como ser Teléfonos de Venezuela, Electricidad de Caracas, Cemex (productora de cemento), Conviasa (aerolínea), Venetur (empresas de  turismo y cadenas de hoteles), Metro de Caracas y más. Asimismo, a través de la red Mercal y PDVAL, se han apoderado de la fabricación, importación y distribución de alimentos (Políticas en el intercambio comercial del sector agrícola venezolano). Entonces, ¿el desabastecimiento alimenticio es responsabilidad del “boicot” opositor? ¿Aun cuando la importación y la distribución de los alimentos están mayoritariamente en manos del Estado?

  • El desarrollo de los sectores no petroleros

En materia de soberanía alimenticia y desarrollo económico en el sector no petrolero, no son pocos los resultados truncados. En un trabajo realizado por María Guerra, Alexis López y Norma Boersner para la XIV Reunión de Economía Mundial (2012), se podían observar algunos “fracasos”. Nuevamente se mencionan planes destinados al progreso, desarrollo e igualdad social y económica. No podemos negar que en cuanto a iniciativas, el chavismo ha llevado la punta. En este caso, mencionaremos 4 planes (Políticas en el intercambio comercial del sector agrícola venezolano): (1) Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001 – 2007 (PDES). Éste plantea un “modelo productivo capaz de generar un crecimiento auto sostenido de la economía, mediante la promoción de la diversificación de la oferta exportadora no petrolera, y lograr la competitividad internacional en un contexto de estabilidad macroeconómica, lo cual facilitaría una profunda y diversa reinserción en el comercio internacional (Ministerio de Planificación y Desarrollo, MPD, 2001b). Buscaba el fortalecimiento de la soberanía nacional y la consolidación de un mundo multipolar, para revertir la concentración de poder de los organismos multilaterales y estimular la acción concertada de los países en vías de desarrollo.” (2) Plan Estratégico Nacional de Comercio Exterior 2004 – 2007 centrado en tres tipos de políticas: a) Industrial b) Comercial y c) Internacional. En el sector agrícola, este Plan estableció programas de comercio exterior que fomentasen el desarrollo del sector agropecuario, pesquero y forestal con fines a la mejora de la balanza comercial agropecuaria y garantizasen la soberanía alimenticia de la nación. (3) Primer Plan Socialista  o Proyecto Nacional Simón Bolivar 2007-2013, busca el Modelo Productivo Socialista. Constaba de siete “directices”: 1- “Nueva Ética Socialista”; 2- “Suprema Felicidad Social”; 3- “Democracia Protagónica Revolucionaria”; 4- “Modelo Productivo Socialista”; 5- “Nueva Geopolítica Nacional”; 6- “Venezuela potencia Energética Mundial”; 7- “Nueva Geopolítica Internacional”.

En 2008 se promulgó la Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Alimentaria (LOSSA) considerando el desarrollo de la agricultura es estratégica para  combatir la pobreza. Y con el amparo de esta Ley, desde 2008 se han confiscado y adquirido forzosamente tierras, empresas e industrias del área agropecuaria. Como comentan los tres autores del trabajo citado más arriba, “Solo en el Sur del Lago de Maracaibo las fincas productivas fueron expropiadas y entregadas a empresas de Rusia, lo que desplomó en 60% la producción de carne, leche y plátanos. Por otra parte los intercambios de productos agropecuarios e industriales, tanto nacionales como internacionales, empleando la figura del intercambio o trueque, como es el caso de los convenios con Cuba, los países miembros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y de Petrocaribe han afectado notablemente la economía agrícola.” El paradójico, si se quiere, resultado de tan extendidos y “profundos” esfuerzos hechos desde la llegada del chavismo al poder, es que hoy se tiene menos independencia que ayer. En 1998 se importaban el 30% de los alimentos que se consumían y en 2012 se importó el 70% con el encarecimiento correspondiente a la devaluación más alta de Latinoamérica. Ya para el 2011 había un 24% de desabastecimiento de insumos básicos. Hoy por hoy, Venezuela se encuentra en la necesidad de “importar el 90% de sus insumos alimenticios”, como sostiene Renée Fregosi (Directora de Investigación en ciencias políticas en el Institut des Hautes Etudes de l’Amérique Latine, Université Paris 3 Sorbonne-Nouvelle). ¿Qué pasó con el “desarrollo endógeno” y la “soberanía alimentaria”?

  • El excesivo control mediático no propicia la libertad de expresión

Recapitulemos y observemos la contracara de estos Planes y proyectos. La realidad nos brinda datos concretos: incremento de violencia y homicidios; incremento de desabastecimiento; disminución de la producción agropecuaria; disminución de la producción petrolera. Quizás alguien se haga la ingenua pregunta, ¿Por qué lo siguieron eligiendo y por qué no se dieron cuenta de que esto estaba ocurriendo? A esta duda responderemos con voz histórica: Ninguno de los trágicos procesos históricos han sido “neutralizados” a tiempo. Y esto siempre ha sido por diversos motivos entramados. Un punto importante es la manipulación mediática y la propaganda del Estado. Sabemos que los gobiernos no siempre dicen la verdad y que harán lo posible por encubrir sus faltas. Conocemos también cómo el grado de totalitarismo de un gobierno suele estrechamente ligado con el quantum de  “libertad de expresión” que reine en su territorio. Muy bien, el Comandante Chávez retira la licencia a RCTV en 2007 y en 2009, a 38 medios audio-visuales más de comunicación (televisión y radio). Oficialmente, estos últimos se debieron a «razones administrativas» y ocurrieron, extrañamente, luego de anunciar su voluntad de “democratizar” los medios de comunicación. En este contexto, el 30 de Julio de 2009, la fiscal general de la república, Luisa Ortega Díaz, declaró: “Es necesario que el Estado venezolano regule la libertad de expresión. Pido que se ponga un límite a este derecho”. Y rápidamente se hicieron las modificaciones correspondientes, en la Ley Resorte, incluyendo algunos “delitos” como ser cualquier noticia que «perjudique los intereses del Estado» o constituyan una ofensa hacia la «moral pública» y «la salud mental». La penalización de estos delitos puede conllevar una condena de hasta 4 años de cárcel.

El 15 de julio de 2010 el Tribunal Supremo de Justica rechazó un recurso de amparo que se había puesto contra la controlaría por negarse a brindar información acerca de las remuneraciones de funcionarios integrantes del despacho encargado de controlar el correcto uso de fondos públicos. El Tribunal alegó que el derecho a información pública no es un derecho absoluto y que datos tales como los ingresos de los funcionarios públicos o sus declaraciones juradas son “parte de su intimidad”. De modo tal que no hay necesidad de que sean publicadas, puesto que no se ha podido demostrar cómo dichos datos “sería(n) de utilidad para la participación ciudadana en pro de la transparencia de la gestión pública”. El 20 de Julio de 2010 el comandante Chávez anuncia que el Estado se convertirá en accionista mayoritario de Globovisión. En 1998, el mismo Chávez decía: “no, basta con los medios de comunicación que hoy tiene el Estado. El Estado, hoy tiene el canal 8 venezolano de televisión. Hay que repotenciarlo, ponerlo a trabajar en función de la educación nacional, de los valores nacionales. Los demás canales, yo tengo las mejores relaciones con ellos, con los medios de comunicación. Deben seguir siendo privados, más bien estamos interesados en se amplíen, se profundicen (…) Incluso hemos dicho que nosotros estamos dispuestos a darle facilidades, aún más de las que hay, a los capitales privados internacionales para que vengan aquí a invertir en las más diversas áreas: Agricultura, agroindustria, petroquímica, industria gasífera, todo lo que es el desarrollo del país. Para que vea que tenemos un proyecto bastante ambicioso que necesitará de la inversión privada. Y yo aprovecho para hacer un llamado a todo el mundo, yo no soy el diablo. Yo soy un hombre que va con los mejores lazos de hermandad a trabajar conjuntamente con todos los países de América Latina, de Norteamérica y del mundo entero.” (Entrevista).

  • La conciencia y la memoria son las que le indican el camino a los pueblos

¿Hasta qué punto un pueblo puede seguir confiando en un aparato de poder que dice trabajar por paz, el progreso, el bienestar y la abundancia, cuando la realidad refleja lo opuesto? El pueblo venezolano ya ha tenido 15 años de constatar (Jorge Olabarría 5 de julio de 1999) que el  aparato chavista no hace lo que pregona. Cuesta, en este contexto, creer que las elecciones de 2013 hayan sido legítimas. Pero nos han dicho que la oposición es “mala”, que “nos quiere sacar todo”, que es fascista, de ultra derecha y un sinfín de etcéteras maniqueos. Discursos, todos ellos, que promueven la paranoia, el rencor, la polaridad y la violencia social así como el arraigo del chavismo al poder. Y esta propaganda genera muchos problemas que van más allá de lo económico. A través del adoctrinamiento y la manipulación (económica y psicológica) de los sectores sociales más desfavorecidos (El 25 de febrero de 2014 el ministro de Educación de Venezuela y Vicepresidente para el Área Social, Héctor Rodríguez, dijo: “…No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos (opositores)…”); a través de la abolición del Congreso Bicameral para crear una Asamblea Nacional Constituyente con abrumadora mayoría chavista que permitiera modificar la constitución y otorgar mayor poder al Jefe de Estado, entre otros; a través de la conformación de grupos paramilitares como son los Tupamaro y los Colectivo los cuales el Estado niega deliberadamente a pesar de las vastas pruebas que demuestran su existencia; a través de la ampliación de las distintas fuerzas armadas que reprimen no sólo en momentos de disturbio; a través de discursos victimistas y a través de la descarada mentira institucionalizada, el Estado chavista embarra la cancha. Creemos que es muy cínico decir, en vistas de todo esto, que el chavismo trabaja por la “Paz y Amor”, el progreso y la “Suprema Felicidad”. Según Paula Vásquez Lezama (Venezolana, Licenciada en Sociología en antropología –UCV- y Doctorada en Antropología Social –Sorbona -, jefa de proyectos en UNICEF de Venezuela durante dos años y actualmente encargada de investigaciones en CNRS de Francia) hay un silencio forzado; “En los barrios, los Colectivos (grupos paramilitares) que se manejan en motos, intimidan a los habitantes y ejercen la ley”.  Los Colectivos, al igual que los Tupamaros, son grupos paramilitares creados, adoctrinados y apañados por el aparato de poder chavista.

  • La lucha social, por más obvio que parezca, se gesta en el seno de la sociedad misma. No en cambio, en el recinto de algún partido político

En este escenario, la oposición se legitima en tanto símbolo de alternativa y cambio frente al desastroso status quo instaurado. Pero creemos que esta legitimación de los líderes opositores es más por decantación que por “convicción”, al menos en cuanto a mayorías. Y cuando el horno no está para bollos, hay sucesos que son detonadores de protestas masivas. Fue el caso del robo y asesinato a una ex Miss Venezuela  y su esposo, dejando a una niña de 7 años huérfana. Esto ocurre a pocos días de haber comenzado el 2014, a poco tiempo de dudosas elecciones y en medio de un descontento bastante generalizado. Frente a esto el pueblo necesita gritar con brío, el Estado lleva años de desidia y los líderes opositores hacen su campaña. Las aguas están hervidas y ya no hay tiempo para dejar correr agua bajo el puente. Así sucedió: El 23 de enero 2014, Leopoldo López y María Corina Machado (integrantes de la MUD) proponen  una campaña política, en un marco no-electoral; «la salida”, a realizar el 12 de febrero 2014. Esta «propuesta» plantea, precisamente, la «salida» del jefe de gobierno en un marco «pacífico y constitucional», impulsada por protestas o manifestaciones masivas. Se toman en cuenta las siguientes posibles “salidas”: 1- referendo revocatorio, 2- enmienda constitucional 3- reforma constitucional 4-la constituyente 5- la renuncia. Todas estas posibles salidas, que prevé la constitución implican un proceso electoral luego de la destitución del mandatario.

Otro acontecimiento que dio fuerza al llamado de L. López y M. C. Machado fue que, el 4 de febrero, estudiantes salieran a manifestar contra la inseguridad. Manifestación debida al intento de violación de una estudiante de la Universidad de los Andes, en Táchira. Nuevamente manifestación de repudio y hastío: en el transcurso de la última semana del mes de enero, habían sido denunciados sucesivos episodios de violencia, acontecidos en ámbitos universitarios. “Los más destacados fueron un robo masivo en la Universidad Santa María, el robo a estudiantes en la Universidad Católica Andrés Bello, otro robo a un salón completo de la Universidad Alejandro Humboldt, el apuñalamiento de un estudiante de Medicina en el Hospital Pérez de León”. Ahora bien, el día de la protesta estudiantil (4 de febrero) hay heridos y detenidos y entonces se suman estudiantes de Universidades de todo el país en reclamo de medidas sumado al reclamo de la liberación de los estudiantes detenidos.

El 12F salen todos los sectores opositores a la calle con vastos motivos: Conmoción general, el asesinato a la ex Miss Venezuela y su esposo, el apoyo a los estudiantes y el llamado de L. López y M. C. Machado. Ya conocemos lo que ocurre de aquí en adelante. Represión por parte de la Guardia Nacional Bolivariana así como de la Policía Bolivariana y la Guardia del Pueblo. El Jefe de Gobierno diciendo que quiere “paz y amor” por cadena nacional y, acto seguido, categorizando de violentos y fascistas a quienes están manifestando. Encarcelamiento del Líder Opositor Leopoldo López en una cárcel militar, acusándolo de serios delitos infundados. Los “Colectivos” y los Tupamaros arremetiendo, infiltrándose, violentando y provocando. Éstos son los que solemos ver en motos, encapuchados y armados. El Gobierno muestra “pruebas” de “disidentes violentos” y el pueblo ve Colectivos o Tupamaros en las calles. Ahora bien, no sería cosa extraña tampoco que algún sector de la oposición hiciera de las suyas. No sería inaudito pensar en la posibilidad de personas pagadas por algún sector de la oposición para hacerse pasar por “oficialistas”. Pero no hay pruebas de ello, sólo son conjeturas. Es preciso hacer notar que las fotos de civiles portando armas cortas no pueden ser tomadas en cuenta como acusación de color político. Las armas en Venezuela no tienen ideología, están en manos de gentes de todo tipo.

  • Conclusiones del panorama

El aparato de poder chavista ha trabajado, casi exclusivamente, para el crecimiento de su empoderamiento y su perpetuación en el ejercicio del poder.  Y en el medio de todo esto, tenemos la manipulación mediática de ambos lados del tablero, aprovechamiento de circunstancias por parte de medios de comunicación hegemónicos de ambos lados. Pero quienes mueren y salen heridos son civiles. Personas cansadas de vivir oprimidas y que, por tal motivo, salen a protestar. Ciudadanos que se hacen famosos en el mundo, mediatizados por la tragedia que los ocupa. Todo esto termina siendo manipulado, en muchos casos, para enarbolar discursos políticos que mantienen posturas maniqueas. Pareciera no haber una propuesta fuerte y popular que sirva de solución real a la situación.

Entendemos, en todo caso, que un importante sector de la sociedad desea que se revoque el mandato del actual Jefe de Estado y se comience un nuevo ciclo. Entendemos también que hay sectores  que no pueden salir a protestar por temor a ser ajusticiados. Hay otros sectores que no están conformes con la política actual pero que tampoco se sienten identificados con quienes hoy manifiestan en las calles de Venezuela. Mientras algunos se deciden o dudan, el gobierno reprime y censura valiéndose de todos los medios que dispone. Será un trabajo arduo el que deberán afrontar, los políticos y la sociedad en su conjunto, a fin de construir una Venezuela más justa, pacífica, soberana y rica. Quien redacta entiende que una educación emancipadora, y de calidad, es un elemento sustancial y fundamental que debe formar parte del nuevo proyecto político que se emprenda.

 

Gloria al Bravo Pueblo!! 

Carolina M.